La esquizofrenia es un trastorno mental grave que afecta al paciente deteriorando sus capacidades en diversos aspectos psicológicos, como el pensamiento, la percepción, las emociones o la voluntad. Los pacientes esquizofrénicos pueden perder el contacto con la realidad, sufrir alucinaciones, delirios, tener pensamientos anormales y alteración del funcionamiento social y laboral.
El origen de la esquizofrenia no se conoce con certeza. No obstante, en los últimos años se han logrado algunos avances que permiten señalar diversos factores responsables del trastorno:
Alteraciones precoces del desarrollo del cerebro
Estudios usando técnicas como la resonancia magnética, han detectado anomalías en la estructura de determinadas regiones cerebrales. Otras técnicas han permitido observar algunas alteraciones en el funcionamiento del cerebro de pacientes con esta condición en comparación con el de personas sanas. Conjuntamente, estos hallazgos apoyan la teoría de que la esquizofrenia puede tener su origen en alteraciones del desarrollo cerebral muy precozmente, en concreto, durante el desarrollo del cerebro embrionario.
Predisposición genética
Aunque el mecanismo de transmisión no se conoce, sí se sabe que el riesgo de padecer la enfermedad es mayor cuando existen antecedentes familiares de la misma. Sin embargo, la presencia de antecedentes no es una condición necesaria ni suficiente; muchos pacientes no los presentan y muchos sanos, sí. Esto indica que otros factores no genéticos también juegan un papel importante en la génesis del trastorno.
Alteraciones en moléculas del cerebro
Se ha descubierto que diversas sustancias llamadas neurotransmisores (los responsables de que las neuronas se comuniquen adecuadamente) pueden estar desequilibradas en la esquizofrenia. Los estudios sobre estas sustancias están siendo muy importantes para el diseño de fármacos cada vez más efectivos.
Infecciones del embarazo y complicaciones del parto
Está en estudio si algunas infecciones por virus que padezca la madre durante el embarazo pueden ser responsables de alteraciones del desarrollo cerebral normal del feto y que, a cierta edad, provoquen la enfermedad. Por otra parte, se ha relacionado este trastorno con complicaciones durante el parto (traumatismos, anoxia cerebral).
Síntomas
El principal problema relacionado con los síntomas de esta patología es que la mayoría son subjetivos, es decir, sólo el paciente los experimenta, por lo que no pueden comprobarse. El segundo, es que la esquizofrenia es una enfermedad que presenta muchas y variadas manifestaciones pero ninguna es específica de ella, sino que también pueden estar presentes en otros trastornos mentales. Actualmente se dividen los síntomas en dos grandes grupos:
- Los positivos consisten en aquellas manifestaciones anormales que experimentan los pacientes, como ver cosas que no existen (alucinaciones) o pensar que ocurren cosas que no son verdad (delirios).
- Los negativos consisten en aquellas manifestaciones que hacen pensar que el sujeto está perdiendo capacidades para pensar, sentir o hacer cosas con normalidad. Por ejemplo, dejar de hablar con fluidez, tener interés por las cosas o las personas, por levantarse cada día a trabajar, etc. Es habitual que, con el paso del tiempo, muchos de los síntomas se alivien. Sin embargo, suelen quedar algunas secuelas, como abandono del cuidado de sí mismo, frialdad hacia los demás, indiferencia o desinterés por todo.
Los síntomas más característicos de la enfermedad son:
- Delirios: Ideas erróneas de las que el paciente está convencido. Por ejemplo, creer que todo el mundo está contra él o que tratan de perjudicarle.
- Alucinaciones: Percibir algo que no existe. Por ejemplo, oír voces (que le insultan o hablan de él), o ver objetos o caras que no están.
- Trastornos del pensamiento: El lenguaje del paciente se hace incomprensible y con poca fluidez.
- Alteración de la sensación sobre sí mismo: La persona siente que su cuerpo está cambiando, se ve a sí mismo como alguien raro. Los pacientes pueden decir que no se reconocen al mirarse al espejo. Los límites entre uno mismo y los demás no están claros, por ello, pueden creer que los demás pueden saber lo que piensa o por el contrario, creen adivinar lo que otros piensan.
- Deterioro de las emociones: La afectividad se va empobreciendo y puede llegar a la ausencia de sentimientos. Los pacientes se muestran inexpresivos y se comportan con frialdad hacia los demás.
- Aislamiento: Los pacientes se encierran en sí mismos y en su mundo interior. A este síntoma se le denomina autismo. Se manifiesta porque el paciente se queda encerrado en su habitación y evita la compañía de los demás.
Prevención
La esquizofrenia no se puede prevenir. Sin embargo, si el paciente sigue el tratamiento prescrito por los especialistas, los síntomas sí pueden prevenirse y evitarse. De hecho, si el paciente abandona el tratamiento es probable que muchos síntomas reaparezcan.
Tipos
Algunos investigadores creen que la esquizofrenia es un trastorno aislado, mientras que otros creen que es un síndrome (un conjunto de síntomas) basados en numerosas enfermedades subyacentes. Se han propuesto subtipos de esquizofrenia en un esfuerzo de clasificar a los pacientes dentro de grupos más uniformes. Sin embargo, en un mismo paciente, el subtipo puede variar a lo largo del tiempo.
- Esquizofrenia paranoide: Es el subtipo más frecuente. Predominan las ideas delirantes de persecución o de perjuicio de otras personas hacia el paciente.
- Esquizofrenia hebefrénica: En ella predominan las alteraciones en las emociones. Son características las manifestaciones de lo que se denomina incongruencia emocional en las que, por ejemplo, el paciente se ríe sin motivo aparente. Su comienzo es más precoz que la anterior y más grave.
- Esquizofrenia catatónica: Se caracteriza por alteraciones motoras, generalmente inmovilidad persistente, aunque puede alternar con crisis de agitación o puede presentar movimientos repetitivos. Suele responder mejor al tratamiento.
- Esquizofrenia indiferenciada: Cuando una esquizofrenia no reúne los criterios de los subtipos anteriores o presenta varios de ellos se le llama indiferenciada.
Aunque estas divisiones se siguen utilizando, hoy se tiende a valorar y diferenciar estos trastornos en función de la predominancia de síntomas positivos o negativos y, sobre todo, a medir la intensidad de cada uno de estos síntomas mediante cuestionarios y escalas. Esto permite evaluar al paciente en diversos momentos de su evolución, así como la efectividad de los tratamientos.
Diagnóstico
Para establecer el diagnóstico de esquizofrenia, los síntomas deben haberse presentado por un periodo de tiempo considerable y asociarse con deterioro significativo del trabajo, los estudios o del desarrollo social. La información procedente de la familia, amigos o profesores es importante para establecer cuándo comenzó la condición.
El médico deberá descartar la posibilidad de que los síntomas psicóticos del paciente estén causados por un trastorno afectivo. Con frecuencia se realizan análisis de laboratorio para descartar el abuso de sustancias tóxicas o un trastorno subyacente de tipo endocrino o neurológico que pueda tener algunas características de psicosis.
Tratamientos
El tratamiento de la esquizofrenia es farmacológico, principalmente con neurolépticos o antipsicóticos. Se diferencian dos tipos de antipsicóticos:
- Los clásicos: la clorpromazina, el haloperidol o la tioridazina.
- Los neurolépticos atípicos: clozapina, risperidona, olanzapina, ziprasidona o quetiapina
Ambos grupos tienen en común la capacidad de corregir desequilibrios de los neurotransmisores, sobre todo la dopamina, y aliviar los síntomas positivos. Sin embargo, los neurolépticos atípicos tienen especial capacidad de conseguir el desequilibrio del neurotransmisor serotonina. A ello se ha asociado la efectividad de este tipo de neurolépticos sobre los síntomas negativos. Los neurolépticos atípicos tienen además la ventaja de producir menos efectos secundarios.
Los tratamientos antipsicóticos han permitido que, en la mayor parte de los casos, el paciente con esquizofrenia pueda vivir en comunidad. Es extraordinariamente importante aprovechar esta posibilidad y combinar el tratamiento farmacológico con una serie de medidas destinadas a que el paciente esté ocupado y activo.
Estas medidas constituyen lo que se denomina terapia psicosocial. Precisa de mecanismos asistenciales como por ejemplo, talleres ocupacionales, centros de día, centros de salud mental y grupos de autoayuda.
El diálogo entre paciente con esquizofrenia y el médico puede ser un instrumento terapéutico importante, si tiene como fin que el paciente conozca su patología. El médico le puede enseñar a convivir con la patología y a utilizar sus propios recursos psicológicos y ajenos -familia, amigos, apoyo-, para acercarse más a su entorno.
Por otra parte, es importante que el psiquiatra informe tanto al paciente como a los familiares con los que convive sobre las características sintomáticas de la enfermedad y les ayude a distinguir cómo se han manifestado en su caso particular, con vistas a prevenir o intervenir en caso de reagudización. También es importante que el psiquiatra informe sobre los tratamientos antipsicóticos, sus efectos y ventajas, y los posibles efectos adversos.
Además es necesario que el psiquiatra ayude al paciente y allegados a que consigan una comunicación adecuada en el medio familiar.
Pronóstico
El pronóstico de esta patología es complicado y depende de cada caso. Sin embargo, en la mayoría de los pacientes los síntomas mejoran con el tratamiento farmacológico. Cuando se abandona los síntomas suelen reaparecer.
Complicaciones
Los expertos señalan que los esquizofrénicos tienen más riesgo de:
- Tener problemas con el alcohol y las drogas. Además, su consumo incrementa las posibilidades de que reaparezcan los síntomas.
- Desarrollar otras enfermedades debido al estilo de vida inactivo.
- Tener efectos secundarios por los medicamentos.
- Suicidio.
Fuente: https://cuidateplus.marca.com/enfermedades/psiquiatricas/esquizofrenia.html